Pocos saben lo que es la fibromialgia y la lucha personal que supone todos los días levantarte de la cama y pelear para salir adelante con un dolor crónico, un dolor que insoportable ante el cual muchos caen rendidos. Y con esta enfermedad siempre surgen rayos de esperanzas, en este caso te contamos una historia real, una historia de Superación Personal en donde a pesar de que le dijeron que no podía y se llevaron una sorpresa.
Marta, la tapicera que se enamoró del running
Marta era una mujer de 40 años que trabajaba tapizando muebles en un taller familiar. Desde hacía varios años, sufría de fibromialgia, una condición que le causaba dolores generalizados y agotamiento. A veces, le costaba levantarse de la cama y realizar sus tareas cotidianas. Otras veces, se sentía deprimida y sola, sin ganas de salir ni de relacionarse con nadie.
Marta había probado varios tratamientos para su fibromialgia, pero ninguno le había dado resultados satisfactorios. Los medicamentos le provocaban efectos secundarios indeseables, como somnolencia, mareos o náuseas. Las terapias alternativas le resultaban caras e ineficaces. Los ejercicios le parecían aburridos y dolorosos.
Un día, mientras caminaba por el parque cerca de su casa, Marta vio a un grupo de personas haciendo ejercicio al aire libre. Eran hombres y mujeres de diferentes edades y condiciones físicas, que corrían por los senderos del parque con ropa deportiva y zapatillas. Algunos llevaban auriculares y escuchaban música. Otros charlaban animadamente entre ellos. Todos se veían felices y saludables.
Marta sintió curiosidad por ese grupo de corredores. Se preguntó cómo podían disfrutar de una actividad tan exigente y cansadora. Se acercó a uno de ellos, que estaba estirando sus músculos en un banco, y le preguntó:
- Disculpe, ¿ustedes son parte de algún club o algo así?
- Sí, somos el Club de Running del Parque. Nos juntamos todos los martes y jueves a las seis de la tarde para entrenar juntos. ¿Te interesa?
- Bueno… la verdad es que nunca he corrido en mi vida. No sé si podría hacerlo.
- No te preocupes, aquí hay lugar para todos los niveles. Hay principiantes, intermedios y avanzados. Cada uno corre a su ritmo y según sus objetivos. Lo importante es divertirse y cuidar la salud.
- ¿Y no les duele nada? ¿No se lesionan?
- Al principio puede doler un poco, sobre todo si no estás acostumbrado. Pero con el tiempo se va pasando. Lo importante es calentar bien antes de correr, estirar después y usar un calzado adecuado. Y si tienes alguna lesión o molestia, lo mejor es consultar con un médico o un fisioterapeuta.
- Ya veo… Y ¿qué beneficios tiene el running?
- Muchos. El running mejora el sistema cardiovascular, fortalece los músculos, quema calorías, reduce el estrés y aumenta la autoestima. Además, te ayuda a conocer gente nueva y a hacer amigos.
- Suena bien… ¿Y cómo puedo unirme al club?
- Es muy fácil. Solo tienes que venir los días que entrenamos y traer ropa cómoda y zapatillas deportivas. No hace falta pagar nada ni inscribirse en ningún lado. Solo tienes que tener ganas de correr y de pasarlo bien.
- ¿En serio? ¿Así de simple?
- Así de simple. ¿Te animas?
Marta dudó un momento. No estaba segura de poder correr ni siquiera un kilómetro. Temía que su fibromialgia le impidiera disfrutar del running. Pero también sentía una chispa de ilusión y de desafío. Recordó que una de sus amigas, que también tenía fibromialgia, le había contado que el running le había cambiado la vida. Le había dicho que le había ayudado a aliviar sus dolores, a mejorar su ánimo y a sentirse más fuerte y feliz.
Marta respiró hondo y se dijo a sí misma:
- ¿Por qué no? Al fin y al cabo, no tengo nada que perder y mucho que ganar. Tal vez el running sea lo que necesito para mejorar mi salud y mi calidad de vida.
Y así fue como Marta se unió al Club de Running del Parque. Al principio, le costó adaptarse al ritmo y a la intensidad del ejercicio. Se cansaba rápido y le dolían las piernas, los brazos y la espalda. Pero con el apoyo y el ánimo de sus compañeros, fue progresando poco a poco. Fue aumentando la distancia y la velocidad de sus carreras, y fue notando los beneficios del running en su cuerpo y en su mente.
Marta empezó a sentirse más ágil y más ligera. Su dolor se redujo considerablemente, y su fatiga también. Su sueño mejoró, y su humor también. Se sintió más optimista y más confiada en sí misma. También se sintió más sociable y más integrada. Hizo muchos amigos en el club, con los que compartía su pasión por el running y sus experiencias personales.
Marta descubrió que el running era mucho más que un deporte. Era una forma de vida, una filosofía, una terapia. Era una manera de superarse a sí misma, de enfrentar sus miedos, de vencer sus límites. Era una manera de divertirse, de relajarse, de disfrutar.
Marta se enamoró del running. Y el running le devolvió el amor.
Marta se animó a participar en diferentes carreras, tanto en asfalto como en montaña. Le gustaba la sensación de competir contra sí misma y contra los demás, de ponerse a prueba, de llegar a la meta. Le gustaba la adrenalina, la emoción, la satisfacción.
Una de las carreras que más le gustó fue un trail en el que tuvo que pasar por agua y por barro. Fue una experiencia única, llena de aventura y diversión. Marta se sintió como una niña jugando en el campo, sin importarle ensuciarse ni mojarse. Se rió mucho con sus amigos, que también participaron en el trail, y se sintió orgullosa de haberlo completado.
En una de las carreras, Marta conoció a una mujer llamada Laura, que tenía una historia muy triste. Laura había perdido a su esposo y a su hijo en un accidente de tráfico hacía dos años. Desde entonces, había caído en una profunda depresión, que la había llevado a aislarse del mundo y a perder las ganas de vivir.
Un día, su hermana le había regalado unas zapatillas deportivas y le había propuesto salir a correr con ella. Laura no tenía ninguna ilusión por el running, pero aceptó por complacer a su hermana. Al principio, le costó mucho salir de casa y ponerse en movimiento. Pero poco a poco fue cogiendo el hábito y el gusto por el running.
Laura descubrió que el running le ayudaba a sobrellevar mejor su duelo. Le ayudaba a liberar su tristeza, su rabia y su culpa. Le ayudaba a distraerse, a respirar y a sentirse viva. Le ayudaba a conectar con otras personas que también habían pasado por situaciones difíciles y que encontraban en el running un refugio y un consuelo.
Laura se hizo amiga de Marta, con quien compartía su amor por el running y su lucha contra la fibromialgia. Las dos se apoyaban mutuamente, se contaban sus problemas y se daban ánimos. Las dos se entendían perfectamente, se respetaban y se querían.
Marta y Laura siguen corriendo hoy en día, les apasionan las carreras de trail en donde hay barro y agua para divertirse y además se suman para colaborar con diferentes causas sociales en donde se realizan carreras.