Una historia de amistad muy grata para que sonrías.
Sin duda que los niños día a día nos sorprenden gratamente y acá les vamos a dejar una bonita historia motivadora de la mano de Petrona, la niña pintora.
Petrona era una niña muy especial. Le encantaba pintar con colores vivos y formas planas. Pero tenía un problema: no podía oír ni hablar. Había perdido el sentido del oído cuando era muy pequeña, por una enfermedad. Por eso, se comunicaba con sus padres y su maestra por medio de señas y de leer los labios.
Petrona no se sentía triste por su condición. Al contrario, se sentía feliz de poder expresarse a través del arte. Su padre, que era un político importante, le había conseguido un profesor de pintura que venía a su casa a darle clases. Se llamaba Guillermo y era muy bueno. Le enseñaba a usar el pincel, a mezclar los colores y a crear composiciones armoniosas.
Petrona aprendía rápido y pronto empezó a pintar sus propios cuadros. Le gustaba pintar escenas de su casa, de su familia, de sus sirvientes y de sus mascotas. Pero lo que más le gustaba pintar eran niños jugando. Le encantaba ver cómo se divertían con sus juegos, cómo reían y cómo se movían.
Un día, tuvo una idea. Quería pintar a los niños de la escuela que quedaba cerca de su casa. Así que le pidió permiso a su padre y a su maestra para ir a visitarla. Ellos aceptaron y la acompañaron hasta la escuela.
Cuando llegaron, Petrona se quedó maravillada con lo que vio. Había muchos niños de diferentes edades, vestidos con uniformes blancos y azules. Estaban en el recreo y jugaban en el patio con pelotas, trompos, muñecas y otros juguetes.
Petrona sacó su cuaderno de dibujo y su lápiz y empezó a hacer bocetos de los niños. Los dibujaba con trazos simples y expresivos, captando sus gestos y sus emociones.
Los niños se dieron cuenta de que había una niña nueva que los observaba y se acercaron a ella con curiosidad. Le preguntaron quién era y qué hacía. Petrona les sonrió y les mostró su cuaderno. Les hizo señas para explicarles que era sorda y que quería pintarlos.
Los niños se sorprendieron al saber que Petrona no podía oír ni hablar, pero también se sintieron halagados por su interés. Algunos le pidieron que los dibujara a ellos, otros le ofrecieron sus juguetes para que los incluyera en sus dibujos.
Petrona se sintió muy feliz de haber encontrado nuevos amigos. Les dijo con señas que si querían podían ir a su casa después de la escuela para ver sus pinturas y aprender a pintar con ella.
Los niños aceptaron encantados la invitación y así fue como empezó una hermosa amistad entre Petrona y los niños pintores.