Jan Koum miraba por la ventana del avión mientras se acercaba al aeropuerto de San Francisco. Era un día soleado y podía ver el puente Golden Gate y la silueta de la ciudad. Se sentía emocionado y nervioso al mismo tiempo. Estaba a punto de cerrar el trato más grande de su vida: vender WhatsApp a Facebook por 19.300 millones de dólares.
Mientras bajaba del avión, recordó su infancia en Ucrania, donde vivía con miedo y escasez bajo el régimen soviético. Recordó cómo su madre le había dicho que se fueran a Estados Unidos para buscar una vida mejor, y cómo habían dejado atrás a su padre enfermo. Recordó los años difíciles que pasaron en un pequeño apartamento en Mountain View, donde su madre trabajaba como niñera y él limpiaba un supermercado. Recordó cómo se había interesado por la programación y cómo había aprendido por su cuenta a ser un experto en seguridad informática.
Recordó también cómo había conocido a Brian Acton en Ernst & Young, y cómo habían trabajado juntos en Yahoo durante casi una década. Recordó cómo habían renunciado a sus trabajos y habían viajado por Sudamérica jugando al frisbee. Recordó cómo habían sido rechazados por Facebook cuando solicitaron trabajar allí.
Recordó cómo había comprado un iPhone y se había dado cuenta del potencial de las aplicaciones móviles. Recordó cómo había visitado a su amigo Alex Fishman y le había hablado de su idea para una aplicación de mensajería simple y rápida. Recordó cómo había elegido el nombre WhatsApp porque sonaba como “what’s up”. Recordó cómo había fundado WhatsApp Inc. el día de su cumpleaños número 33.
Recordó cómo WhatsApp había crecido exponencialmente gracias al boca a boca y al uso intensivo que hacían sus amigos rusos. Recordó cómo había convencido a Acton para que se uniera a la empresa como cofundador. Recordó cómo habían rechazado las ofertas de publicidad y habían apostado por un modelo de suscripción anual. Recordó cómo habían superado los 400 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo.
Recordó cómo había recibido la llamada de Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, que le había propuesto comprar WhatsApp. Recordó cómo habían negociado durante semanas hasta llegar a un acuerdo histórico. Recordó cómo había firmado el contrato en la puerta del centro social donde había recibido cupones de comida años atrás.
Jan Koum sonrió y se dirigió a la salida del aeropuerto. Había recorrido un largo camino desde su pequeña ciudad en Ucrania hasta la cima del mundo tecnológico. Había cumplido el sueño americano. Había creado WhatsApp.
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