La maestra Ana estaba sentada frente al escritor del blog, que había venido a entrevistarla sobre la increíble historia que había ocurrido en su escuela rural de Uruguay. Ana recordó con emoción cómo sus alumnos habían demostrado una gran solidaridad y valentía al rescatar a un cachorro de puma que se había perdido entre los pastos.

“Todo empezó hace unas semanas, cuando Laura, una de mis alumnas que es ciega, me contó que había escuchado un ruido extraño en el camino a la escuela. Ella siempre iba acompañada por sus compañeros, que la cuidaban y la guiaban con cariño. Ese día, decidieron investigar el origen del ruido y se encontraron con un pequeño animalito que parecía un gato, pero más grande y con manchas. Estaba solo y hambriento, así que los niños le dieron algo de comer y lo llevaron a la escuela. Lo escondieron en un rincón y le pusieron de nombre Bolita de Pelos. Lo alimentaron y lo mimaron durante una semana, sin decirme nada. Pensaban que era un gato abandonado y querían quedárselo.”

 

Ana hizo una pausa y sonrió al recordar la sorpresa que se llevó cuando descubrió el secreto de sus alumnos.

“Un día, entré al salón antes de que llegaran los niños y vi a un gato durmiendo en una caja. Me acerqué a acariciarlo y me di cuenta de que no era un gato común. Tenía las patas más largas, las orejas más puntiagudas y los colmillos más afilados. Era un puma bebé, una especie en peligro de extinción en nuestro país. Me quedé asombrada y preocupada. No sabía qué hacer. Llamé a la comisaría más cercana y les expliqué la situación. Me dijeron que enviarían a unos expertos para recoger al cachorro y llevarlo a un lugar seguro.”

Ana suspiró al recordar el momento en que se despidió de Bolita de Pelos.

“Cuando llegaron los niños, les conté la verdad sobre Bolita de Pelos y les expliqué que no podíamos quedarnos con él. Que era un animal salvaje que necesitaba vivir en su hábitat natural, con otros de su especie. Que lo habíamos ayudado mucho, pero que ahora debíamos dejarlo ir. Los niños se pusieron tristes, pero también entendieron. Le dieron un último abrazo a Bolita de Pelos y lo entregaron a los expertos, que se lo llevaron en una jaula. Fue un momento muy emotivo.”

 

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Ana se secó una lágrima y miró al escritor del blog, que la escuchaba con atención.

“La historia no termina ahí. Al día siguiente, salió la noticia en los diarios, radio, televisión y  redes sociales de que unos niños habían rescatado a un cachorro de puma en una escuela rural de Uruguay. La gente se admiró de su gesto y los felicitó por su bondad. Los niños se convirtieron en los héroes de la historia. Y unos días después, recibimos una llamada de las autoridades, que nos contaron que Bolita de Pelos estaba bien y que lo habían llevado a un centro de rehabilitación para animales silvestres, donde recibiría todos los cuidados y la atención necesarios para volver a su entorno natural. Nos enviaron unas fotos de Bolita de Pelos jugando y nos invitaron a visitarlo cuando quisiéramos. Los niños se alegraron mucho y me pidieron que les prometiera que iríamos a verlo algún día.”

Ana terminó su relato con una sonrisa y le preguntó al escritor del blog si le había gustado.

“Me ha encantado”, le respondió él. “Es una historia maravillosa, llena de ternura y aventura. Gracias por compartirla conmigo.”

Ana le dio las gracias a él por interesarse por su escuela y por sus alumnos.

“Ellos son los verdaderos protagonistas”, dijo Ana. “Son unos niños extraordinarios, que me enseñan cada día el valor de la amistad, la solidaridad y el respeto por la naturaleza.”

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