La vida puede tener muchos giros diferentes, sorpresivos y en algunas ocasiones la sabiduría llega desde el lugar menos esperado. A continuación una historia que se remonta a Egipto, espero la disfrute y compartas.
En un pequeño pueblo de Egipto, vivía un hombre llamado Muhad. Muhad era un hombre pobre, de origen árabe, que trabajaba como pastor de cabras. Un día, Muhad encontró un mapa antiguo encontrado entre las pertenencias de su abuelo que indicaba la ubicación de un tesoro enterrado. Muhad estaba muy emocionado, y decidió seguir las pistas del mapa.
Después de un largo viaje, Muhad encontró el tesoro. El tesoro era enorme, y Muhad estaba muy feliz. Decidió llevar el tesoro a casa, y contarles a sus amigos y familiares lo que había encontrado.
Cuando la gente del pueblo se enteró de que Muhad había encontrado un tesoro, comenzaron a pedirle prestado dinero. Muhad era un hombre generoso, y accedió a prestar dinero a todos los que se lo pidieron.
Muhad gastó su dinero rápidamente, y pronto se quedó sin nada. Cuando trató de pedirle a la gente que le devolviera el dinero que les había prestado, nadie pudo hacerlo. La gente había gastado el dinero, o no lo tenía.
Muhad estaba desesperado. No tenía dinero, y no tenía trabajo. Se quedó sin nada, y no sabía qué hacer.
En su desesperación, Muhad decidió vender unas pieles que tenía. Con el dinero que obtuvo, pudo comprar comida y ropa. Sin embargo, pronto se quedó sin dinero nuevamente.
Muhad estaba a punto de perder la esperanza cuando su amigo Jusep lo visitó. Jusep era un hombre rico, y había sido la única persona que no le había pedido prestado dinero a Muhad.
Jusep le dijo a Muhad que debía dejar de gastar su dinero, y comenzar a invertirlo. Jusep le dijo que debía comprar algo que pudiera vender, y luego usar las ganancias para comprar más cosas.
Muhad siguió el consejo de Jusep. Vendió parte de su rebaño de cabras, y recibió un buen pago. Con el dinero que obtuvo, compró más cabras, pero en este caso unas que producían una lana muy fina.
Tiempo después, cuando la lana estaba lista, Muhad la recolectó y la vendió obteniendo una muy buena ganancia. Decidió invertir nuevamente, y así pasaron 10 años hasta que hizo crecer su tesoro nuevamente.
Muhad había aprendido una valiosa lección. Había aprendido que no se debe gastar el dinero alocadamente, sino que se debe invertir de manera inteligente. Muhad también había aprendido que la generosidad es importante, pero que también es importante ser responsable con el dinero.
Muhad era ahora un hombre rico, pero también era un hombre sabio. Había aprendido a administrar su dinero de manera responsable, y había aprendido a ayudar a los demás sin poner en riesgo su propio futuro.