Una ardillla dura de domar
¿Alguna vez has soñado con volar? ¿Te has imaginado surcando los cielos como un pájaro? Pues no eres el único. Hay una ardilla que también tiene ese sueño, y está dispuesta a hacer lo que sea para lograrlo. Su nombre es Nuez, y es una ardilla voladora que no sabe que lo es.
Nuez vive en un bosque lleno de árboles y animales, pero ella siempre se siente diferente. No le gusta trepar por las ramas ni saltar de un lado a otro. Ella quiere volar, sentir el viento en su cara y ver el mundo desde arriba. Pero hay un problema: no tiene alas.
Nuez no se da por vencida, y decide inventar diferentes aparatos para poder volar. Le pide ayuda a las aves y a otros animales que le dan diferentes consejos y le ayudan a construir diferentes planeadores, los cuales todos fallan.
El primer intento es una cometa hecha con hojas y ramas. Nuez se ata la cometa a la cola y salta desde una rama alta, pero la cometa se enreda con las hojas y Nuez cae al suelo.
– ¡Ay! – se queja Nuez – Esto no funciona.
– Lo siento, amiga – le dice Pío, un pájaro carpintero que le había ayudado – Tal vez necesites algo más resistente.
El segundo intento es un globo hecho con una vejiga de cerdo inflada con aire. Nuez se ata el globo a la cintura y espera a que el viento la eleve, pero el globo se pincha con una espina y Nuez cae al suelo.
– ¡Ay! – se lamenta Nuez – Esto tampoco funciona.
– Lo siento, amiga – le dice Rana, una rana que le había ayudado – Tal vez necesites algo más ligero.
El tercer intento es un parapente hecho con una tela y unas varillas. Nuez se pone el parapente a la espalda y corre por una colina, pero el parapente se rompe con una rama y Nuez cae al vacío.
– ¡Ay! – grita Nuez – Esto menos que menos funciona.
– Lo siento, amiga – le dice Zorro, un zorro que le había ayudado – Tal vez necesites algo más aerodinámico.
Nuez está a punto de darse por vencida, cuando de repente siente algo extraño. Al abrir sus patas, nota que tiene unas membranas entre ellas, como las de los murciélagos. Sin saber cómo, empieza a planear por el aire, como si fuera un avión.
– ¡Wow! – exclama Nuez – ¡Estoy volando! ¡Estoy volando!
– ¡Bravo! – la aplauden sus amigos desde abajo – ¡Lo has logrado!
Nuez no puede creerlo. Resulta que ella es una ardilla voladora, una especie muy rara que puede planear usando sus patas como alas. Ella no lo sabía porque sus padres habían muerto cuando era muy pequeña, y nadie le había contado su origen.
Nuez está feliz. Por fin ha cumplido su sueño de volar. Ahora puede ver el mundo desde otra perspectiva, y hacer nuevos amigos en el cielo. Ha descubierto que lo que buscaba estaba dentro de ella todo el tiempo. Solo tenía que creer en sí misma y seguir su corazón.